Portrait de la petite Marie Louise Munierb, Emile Munier, 1880 |
Frente a mi,
unos inmensos ojos de casi ocho años
que ya no interrogan ni disienten,
convertidos en faro que ilumina el viaje,
sabedores de que las únicas
y legítimas batallas por las que luchar
son las de los besos.
Me miran,
los miro,
y de los míos brota,
de forma súbita,
una lágrima.
Se desliza por la mejilla
recorriéndola con lentitud,
bordeando mis labios
que intentan dibujar una sonrisa,
para finalmente caer al vacío,
a la nada,
territorio sin gloria ni cantos.
Ahora sé,
que todo lo que nos podía dañar
se marchó con ella.
Septiembre 2011
2 comentarios:
Ocurrirá, con el tiempo,
quiza en poco tiempo.
Que ya no haya lagrimas,
que se cambien por sonrrisas.
Que traigan,
quiza de otra manera,
quiza de otra persona,
todo lo que esa lagrima
se llevo en su caida
Este poema esta vivo.
Gracias, saludos cordiales.
Manuel Marcos
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