La hija del puerto, Ignacio Díaz Olano, 1930 - 1933 |
Ya no estás y no importa.
Ocupaste tiempo y espacio finito
donde sonrisas y lágrimas
lucharon por compartir refugio
como engañosos destellos de un faro.
Mil recuerdos amontonados,
diseminados
en lo que fue campo de sueños
que no quiero ordenar y que
hundidos, pugnan por salir a flote.
Viejas memorias desprovistas de alas.
Tan sólo un enjambre de estrellas
iluminó la noche de Cales Coves,
tensando la luz de un pretérito absoluto
en el que yace un horizonte de amor
tan oscuro como el rincón de tu recuerdo.
Te fuiste sin despedidas,
sin esperanza,
sin amor,
sin mí
y tras de tí cerré ventanas,
puertas, corrí cerrojos,
deshice recuerdos
y se abrió la vida
sin esperas,
sin dudas,
sin lágrimas,
sin ti.